24 feb 2013

PREPARANDO "IL BARBIERE DI SIVIGLIA"


Fotografía de la producción de “Il Barbiere di Siviglia” que podrá verse en Valencia

El Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia estrena el próximo jueves 28 de febrero una de las más célebres y chispeantes comedias musicales de todos los tiempos: la ópera bufa “El barbero de Sevilla” de Gioacchino Rossini (Pésaro 1792-París 1868).

El libreto es de Cesare Sterbini y se basa en la comedia “Le barbier de Séville” (1775) del dramaturgo francés Pierre-Augustin de Bemaurchais. Rossini compuso la música en apenas tres semanas de intenso trabajo con el fin de presentarla en el Teatro Argentina de Roma, donde se estrenó el 20 de febrero de 1816.

El tenor Manuel García
La primera función, en la que participó el mítico tenor sevillano Manuel García, fue un rotundo fracaso, en buena medida por la actuación premeditada de un grupo organizado partidario de una ópera precedente titulada también “El barbero de Sevilla” compuesta por el músico napolitano Giovanni Paisiello, que contaba en aquella época con numerosos seguidores. Pero muy pronto la obra pasó a ser una de las preferidas del público de todo el mundo, galardón que no ha perdido nunca, siendo hoy en día la 9ª ópera más representada de todo el repertorio.

La acción se desarrolla alrededor de una casa sevillana del s. XVIII donde viven la joven Rosina y su tutor, el doctor Bartolo.

Personajes principales:
Fígaro, barbero (barítono)
El Conde de Almaviva (tenor)
Rosina, joven sevillana (mezzosoprano o soprano)
Don Bartolo, viejo doctor y tutor de Rosina (bajo)
Don Basilio, cura viejo y profesor de música de Rosina (bajo)
Coro de guardias

El Conde de Almaviva, ocultando su verdadera identidad, trata de seducir a Rosina, una joven sevillana que también persigue el amor del joven. Rosina, a su vez, también es pretendida por su tutor, don Bartolo, un viejo doctor que se quiere casar con ella, fundamentalmente para ganar su dote. Y don Bartolo cuenta con un consejero personal, don Basilio, un taimado eclesiástico que da clases de música a la niña. Finalmente, cerrando el círculo, la joven pareja cuenta con la ayuda, por intereses crematísticos, del astuto barbero Fígaro, que tiene acceso a la casa por ser el encargado de afeitar a don Bartolo.

ACTO I
Uno de los fragmentos más justamente conocidos de la ópera es su obertura, que contiene un tema principal de mucho brío tras el cual comparece uno los recursos preferidos del compositor el crescendo rossiniano. Aquí podemos escucharla en la interpretación que hizo en 1971 Claudio Abbado al frente de la Orquesta del Teatro alla Scala:

 
video de rivalXXI

El primer acto plantea la presentación de los personajes y el comienzo de la trama. El primero en aparecer es el Conde de Almaviva, bajo la falsa identidad del joven estudiante Lindoro. Bajo el balcón de Rosina el tenor canta una sencilla pero cautivadora serenata. Su canto concluirá en un absoluto despliegue de florituras belcantistas. Almaviva ha de ser un tenor muy ligero y con gran capacidad para los adornos, la gracia y la delicadeza. Por ejemplo, Juan Diego Flórez, a quien podemos escuchar en este vídeo de 2007:

 
video de Onegin65

El siguiente en aparecer es Fígaro. En su famosa cavatina “Largo al factótum” (Paso al factótum de la ciudad…), brillante y lucida, apreciamos la sucesión y el contraste entre partes rápidas y partes más pausadas, combinada con la trepidante información que Fígaro nos ofrece sobre su persona. Fígaro es un ídolo popular que afeita, pero que hace también de sacamuelas, de consejero, de alcahuete y de solucionador, por dinero, de los problemas de la gente. Lo debe interpretar un barítono versátil y con facilidad para el agudo. Como Sesto Bruscantini, quien cantaba así el aria de entrada de Fígaro en esta grabación de 1958:

 
video de davidhertzberg

Seguidamente se presenta Rosina. Confinada en casa, en su corazón resuena amorosamente el nombre de Lindoro. Es dócil y dulce pero también, como ella misma nos advierte, si le tocan la fibra, saca esa víbora que lleva dentro “se mi toccano dov’è il mio debole, sarò una vipera” (si me tocan en mi punto débil seré una víbora). Y está dispuesta a mover lo que sea para conseguir el amor de Lindoro. Trinos y coloraturas llenan la preciosa línea melódica que la acompaña en toda la obra. Aquí podemos escuchar la popular cavatina de Rosina “Una voce poco fa” en la voz de la mezzosoprano madrileña Teresa Berganza, en una grabación de 1964:

 
video de leoperarm

Don Basilio se nos muestra cantando la que es probablemente el aria de bajo bufo más célebre de todas las que se han escrito: “La calunnia” (La calumnia es como un vientecillo…). La pieza es una apología de los beneficios que se pueden obtener de una buena calumnia. En esta aria el crescendo se funde literalmente con la realidad, al describir los efectos y consecuencias crecientes que va poco a poco generando una calumnia oportunamente lanzada. Podemos escucharla a continuación en la voz de Ruggero Raimondi:

 
video de Gabba02

La presentación de don Bartolo, el tutor y pretendiente de Rosina y su dote, es el aria “A un dottor della mia sorte” (“A un doctor de mi categoría…”) que lo caracteriza muy bien por ser un aria larga y pesada como él. En ella el cantante debe pronunciar las palabras de manera endemoniadamente rápida. Aquí podemos disfrutar ese divertido fragmento en la versión del italiano Enzo Dara junto a Kathleen Battle:

 
video de raganellabianca1

Hay en este acto dos deliciosos dúos, el del Conde con Fígaro, donde ambos planean la primera incursión en la casa; y el de Fígaro con Rosina, cuando el barbero, tratando de ayudarla, se da cuenta de que Rosina es en realidad mucho más lista que él. La música es en ambos dúos encantadora y muy fresca. Y el contrapunto a estos dos dúos juveniles, en los que se planea el encuentro amoroso, lo ponen las palabras entre los dos viejos, que tratan de amarrar el casamiento de don Bartolo con Rosina.

Rossini hacia 1816
El finale del primer acto es soberbio y desarrolla el tremendo guirigay que se monta en la primera intentona fallida por parte del Conde de introducirse en casa de Rosina. El plan de Fígaro, de que el Conde entre en la casa simulando ser un soldado borracho que tiene derecho de alojamiento militar, choca con las lógicas susceptibilidades de don Bartolo y don Basilio, que nunca se fían y dan al traste con la intentona. Esta escena de confusión, típicamente rossiniana, está elaboradísima, va también in crescendo e incorpora paulatinamente en escena, con asombrosa precisión dramática y musical, al Conde, a Rosina, a don Bartolo, a Fígaro y al coro de guardias que ponen por fin orden en el escándalo que se ha producido en la casa.

ACTO II
Fígaro en acción
En el segundo acto asistiremos a nuevas intentonas de incursión en la casa. Primero, el Conde se disfrazará de un ridículo maestro de música sustituto del supuestamente enfermo don Basilio. La clase de música en la que don Bartolo se queda medio dormido mientras vigila los movimientos de Rosina, posee gran vis comica. Cuando, inesperadamente y para sorpresa de todos, aparece en escena don Basilio, que desconoce lo que pasa, se interpreta un exquisito quinteto que se encuentra entre las joyas de la corona del Barbero. Fígaro acaba por convencer al cura de que, efectivamente, está enfermo de escarlatina, con la inestimable colaboración de la bolsa de monedas que recibe del Conde.

Ha sido siempre muy celebrada la escena en la que, desaparecido el incómodo don Basilio, en un plano Fígaro distrae a Bartolo mientras le afeita con el fin de que, en el otro plano escénico, el profesor de música y su pupila, (o sea el Conde y Rosina) se puedan decir a escondidas amorosas palabras y planeen juntos su fuga.

A modo de interludio, y justo antes del desenlace, la orquesta interpretará una pieza conocida como “tempestad” o “tormenta”. Rossini se especializó en escribir intermedios-tormenta en sus obras, el más célebre de los cuales es el de “Guglielmo Tell”.

El final de este segundo y último acto, que discurre embarulladamente hasta concluir en el esperado final feliz, es una gran fiesta de la que participa todo el mundo. Cartas escondidas y deslizadas furtivamente, disfraces, una falsa lista de la compra, un manojo de llaves, bolsas de dinero que se deslizan convincentemente, improvisaciones para salir de apuros, apariciones por sorpresa, cambios inesperados que chafan los planes o una escalera de quita y pon, son los eternos ingredientes de este tipo de comedia y que se desarrollan a través de los dos actos en que se divide la obra. Recomendamos prestar atención al terceto “Zitti, zitti, piano, piano” (“en silencio, en silencio, despacio, despacio”) en que la acción parece detenerse para recrearse tan solo en la música.

Hay dos motores que mueven la trama: el amor y el dinero. Rosina y Almaviva buscan lo primero; Fígaro y Basilio lo segundo. En un plano intermedio, Bartolo parece que busca el amor cuando en realidad lo que busca es la dote.

COMENTARIO
En la ópera encontraremos, por un lado, los números musicales propiamente dichos, o sea las arias, dúos, tercetos, y escenas de conjunto, donde se encuentra la gran música. Pero, entre ellas, se interpretan los llamados recitativos, de los cuales hay a su vez dos tipos: el conocido como recitativo “secco”, en cuyo desarrollo los cantantes recitan acompañados tan solo por el clave, y el recitativo llamado “acompagnato”, en el que ya interviene la orquesta y que sirve para preparar el número musical que venga a continuación.

Estilísticamente destaca el extremo virtuosismo exigido a los cantantes (sobre todo a Rosina y Almaviva) y el canto adornado de la característica coloratura belcantista, consistente en rápidas sucesiones de notas arriba y abajo sobre la melodía.

Giacchino Rossini
Desde el foso, podremos degustar esa fina y sutilísima esencia del concepto rossiniano de orquestación y esos inigualables color y luminosidad que destilan sus óperas bufas. En Il barbiere cada escena está llena de acción y cada acción a su vez está llena de contraste, musical y dramático, entre los personajes. Cada uno es totalmente distinto al otro, pero todos forman entre sí un cuadro admirablemente compacto. Il barbiere es un perfecto ejemplo de eso que se llama en teatro “follie organiséé” (locura organizada). La inspiración que posee la música de Il barbiere di Siviglia nos contagia y transmite esas ganas de vivir y gozar la vida de que siempre hizo gala Rossini, autor de la más vital y optimista de las músicas.

LA VERSIÓN DE VALENCIA
Silvia Vázquez
Este Barbiere supone la esperada presentación en el Palau de les Arts en un rol principal de la soprano valenciana Silvia Vázquez, quien interpretará a Rosina, tras haber participado anteriormente en otras producciones del teatro valenciano en papeles de menor envergadura. Fígaro será interpretado por el barítono Mario Cassi, a quien ya tuvimos ocasión de escuchar en otro título bufo rossiniano, La cenerentola, donde encarnó a Dandini. El tenor uruguayo Edgardo Rocha dará vida al Conde de Almaviva, papel que ya ha cantado en la Ópera de Viena y que interpretará próximamente en Madrid. El veterano bajo georgiano Paata Burduladze, quien ha interpretado recientemente en nuestro coliseo el Sparaffucile de “Rigoletto”, se alternará en el rol de don Basilio con otro conocido por estos lares, Orlin Anastassov, que fue Boris Godunov la pasada temporada.

La dirección musical recaerá en el titular del foso valenciano, Omer Meir Wellber, al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y del Cor de la Generalitat dirigido por Francesc Perales.

La dirección escénica correrá a cargo de Damiano Michieletto, a quien recordamos por su reciente y fresca visión playera de “L’Elisir d´amore” donizettiano en este mismo escenario. En esta ocasión la producción es original del Grand Théâtre de Ginebra (Suiza).

Publicado por Íñigo de Goñi (“Amics de l´Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana”).
ennecus@yahoo.es



  • Podéis consultar el libreto de Il Barbiere di Siviglia AQUÍ.

  • “Il Barbiere di Siviglia”, de Gioacchino Rossini, se representa en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia los días: 28 de febrero y 3, 6, 9, 12 y 15 de marzo. Más información sobre repartos y venta de localidades, en la web del Palau de les Arts.

  • Duración aproximada: 3 horas y 20 minutos (Acto I: 103 minutos; Descanso: 30 minutos; Acto II: 67 minutos).